Mis intereses como artista radican principalmente en la virtualidad, la informática y como organismos,
individuos e instituciones performan en estos parámetros. Estos progresos han reformulado todo lo que
constituye ser un individuo y ha expandido, y simultáneamente comprometido, el concepto de cultura.
Esta es quizás mi principal motivación como artista: el desentrañar qué es lo que constituye, en la
contemporaneidad, el ser un individuo donde desaparece el allí. Existir en un estado de turismo perpetuo
pero emancipado de la incertidumbre. Una museografía de lo hipercultural.

Estas son las intrincadas narrativas que se gestan entre dos planos escindidos. Espacio y meta-espacio
conversan segundo a segundo. Materia y virtualidad se hibridan y nos brindan un panorama que escapa
a un solo contexto. Gran parte de mi discurso busca explorar la relación de los individuos con los nuevos
medios en la era de la información. Para esto, una considerable parte de mi cuerpo de trabajo consiste
en apropiarse de distintos recursos (ya sean materiales o inmateriales) y en base a estos gestionar una
narrativa que permita al espectador reflexionar sobre sí mismo y los poderes institucionales con los que
está en un constante estado de fricción.

Mi práctica se centra en las repercusiones, positivas o negativas, del inminente progreso tecnológico
para con los individuos. Esas repercusiones desde la virtualidad y los nuevos medios eventualmente
afectan nuestras interacciones en la materialidad, la realidad palpable, tanto para los individuos que
gozan y se encuentran desenvolviéndose dentro de estas vanguardias, como para aquellos individuos
que se encuentran relegados en la precariedad respecto a estos avances tecnológicos.La virtualidad
nunca fue un escape del mundo material. Es, realmente, instrumental a mi mundo palpable y viceversa.